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La prostitución a debate

Artículo publicado en el diario El Pueblo de Albacete - 28 de Febrero 2007 - María del Carmen Vasco Mogorrón

   En nuestros días ser prostituta no es delito. No obstante, alrededor de esta profesión giran muchos de ellos. Pero la prostitución tiene otro problema. Ser prostituta, más que ilegal, es alegal. No existe ninguna ley que regule el servicio que prestan las prostitutas. Es como pisar en tierra de nadie. Son como pequeñas selvas de un amplio paisaje, donde el derecho todavía no ha penetrado ni se atreve a hacerlo.

   Regular la prostitución o no es algo de lo que se viene debatiendo desde hace años, pero sin llegar a puerto ninguno, pues seguimos igual que siempre, debatiendo.

   Lo cierto y verdad es que hay tantas posturas acerca de qué sería lo más política y constitucionalmente correcto como personas han intentado tratar el tema. Es tremendamente difícil encontrar dos opiniones que coincidan.

   Todo el mundo sabe lo que es prostituirse. Consiste en mantener relaciones sexuales con otra a cambio de dinero. Este servicio además es ofrecido en la actualidad por hombres y mujeres y, si bien, la femenina sigue siendo mayoritaria, al parecer un 80 %, la masculina está experimentando un progresivo avance. Hay otro tipo de prostitución que también va en aumento y que considero que no sólo no ha de ser reglamentada, sino además fuertemente castigada, como con acierto ocurre hoy, y es la infantil.

   El Congreso de los Diputados ha desaconsejado recientemente que se regularice este servicio. Se pone el acento en que en los países donde se ha regularizado la prostitución, ésta ha aumentado. Además, se considera como un trabajo inconstitucional, pues el Estado tiene la obligación de procurar que el individuo sea igual y libre y nuestra Constitución no permitiría discriminar a las personas por el sexo u otras condiciones.

  Francamente no entiendo esta postura. No puede haber mayor desigualdad que condenar a un sector social a caminar subterráneamente, sin que exista una ley que regule o haga frente a su actividad diaria. Me pregunto qué problemapuede haber en que una persona, eso sí voluntariamente, decida comerciar con su cuerpo, siempre y cuando se haga respetando, como todo el mundo, una ley que regule su actividad.

   Cuando se alzan voces desaconsejando la regularización de la prostitución y defienden que es un servicio que denigra a la mujer, me cuestiono si no se está discriminando entonces a los hombres que se prostituyen, privándolos de una normativa que regule sus servicios. A dónde quiero llegar es a hacernos reflexionar, si en la actualidad se puede seguir manteniendo este argumento, cuando vivimos un especial aumento de la prostitución masculina.

   Por tanto, esta postura contraria a dictar una ley que regule la prostitución ya no me convence. Pero se ha dicho también que en los países donde se ha regulado la prostitución ésta ha aumentado, y esto sería un argumento más en contra de regularizarla. Y yo me pregunto si podría ser que lo que haya pasado en realidad es que el ejercicio de este trabajo haya aumentado en todos sitios, porque difícilmente podemos saber si en España ha aumentado o no, debido a que al ser una actividad alegal, no hay control de ningún tipo, ni podemos saber con certeza si aumenta o desciende. No me convence entonces esto tampoco.

   Sin embargo, sí me convence la regularización, por muchos motivos. En primer lugar, porque entiendo que desterrar del todo esta actividad de la cotidianeidad de nuestras vidas es totalmente imposible y la estadística nos dice además que no sólo aumenta, sino que ahora también participan en su ejercicio los varones. Es decir, la tendencia no es a desaparecer en absoluto.

   Por ello, mientras el Estado organiza programas y busca soluciones para conseguir que esta actividad se ejerza lo mínimo posible, como pretende, no veo por qué tiene que existir ningún problema en regularizarla mientras ello no se consiga.

   Y, por supuesto, entiendo que habría que castigar a quien obligara a prostituirse a otro mediante el engaño, la fuerza o el secuestro. Pero el problema viene cuando esta actividad se ejerce voluntariamente, porque al no haber ley, además el caldo de cultivo para los abusos podría ser copioso. Pero hay un problema grave aquí y es que, el parecer, según estudios recientes, al no haber control en estos servicios, las enfermedades de transmisión sexual proliferarían a velocidades supersónicas, con lo que, al parecer, muchos clientes dejan de confiar en las prostitutas, se vuelven más exigentes y se decantan por la prostitución infantil, porque entienden que tienen menos posibilidades de contagio. Ésta sí que es gorda.

   Para mí supone un enorme avance, por todo, lo que ha hecho Cataluña con su anteproyecto de ley, que ha dado un paso por delante del resto de España y ha dicho sí, aunque con ciertos matices, a la regularización de la prostitución.

1 comentario

Javier -

Un artículo muy interesante, Maica.
Por cierto, y al hilo de este artículo, ¿que opinión tienes de la Sentencia del Constitucional 59/2008 de 14 de Mayo?
Gracias
Un Saludo