Blogia
maicavasco

La verdad de Pereira Do Santos

Artículo publicado en el diario El Pueblo de Albacete - 28 de Marzo 2007 - María del Carmen Vasco Mogorrón

   Para ser esclavos, de los de verdad, como aquéllos que recogían el algodón en grandes superficies y vivían en chabolas, y les azotaban, y el salario que percibían era un poco de agua y lo necesario para mantenerse con vida, ya no es necesario ir al cine. El viento se los llevó y los ha vuelto a traer. Basta con darse una vuelta por el norte de España, pues, al parecer, se ha resucitado esta vieja forma de vida por aquellos lugares. ¿Increíble? Sí, pero cierto.

   Hace poco un joven llamado Ricarde Pereira do Santos denunció que, cuando tenía 14 años, en el año 2003, fue abrodado por unas personas en la frontera entre España y Portugal. Se le convenció para que fuera a trabajar al campo. Allí se vio echando más horas que un reloj, durmiendo en un sótano, sin cobrar otro salario que el alimento, que era escaso, y de vez en cuando alguna que otra paliza. Casi nadie le creyó. Todos pensarían que estaba exagerando, claro.

   Pero con estupor se ha descubierto que no, que no exageraba, que era peor que eso. La Guardia Civil de Navarra no da abasto con las detenciones. Y lo mismo está ocurriendo en La Rioja, País Vasco, Castilla y León y Cataluña. El resultado ha sido el escándalo mayúsculo. Gente trabajadora rescatada de auténticas cloacas y algunos imputados dando explicaciones ante los Jueces de Instrucción.

   El invento es el siguiente. Se crean unas redes que se asientan en todo tipo de lugares donde hay gente marginada: albergues de caridad, estaciones de transporte, indigentes que vagabundean por las calles, toxicómanos, sin techo y todo aquél que no tenga adónde ir, todos ellos portugueses, para más datos. Se les recluta, ofreciéndoles trabajo en el campo y convenciéndoles de una vida mejor.

   A continuación, estas redes facilitan estos trabajadores a empresarios, todos ellos del Norte de España, y nada de gente desconocida, multinacionales, conserveras de cierto tamaño y hasta una bodega de lustre, que ahora teme por su buena reputación, pagando unos dineros a cambio, claro, que la vida está muy cara y las mafias necesitan fondos para poder seguir actuando.

   El siguiente paso es bien sencillo. Estos empresarios de buen nombre los alojaban en unos inmuebles, que eran auténticas cloacas humanas, sin luz ni agua corriente, ¿para qué? pensarían, y a funcionar. Jornadas de catorce horas, fines de semana incluidos, el salario dos euros la hora y de vez en cuando alguna que otra paliza. Este era el futuro prometido a esta gente, reclutada entre personas sin arraigo, analfabeta, con problemas de toxicomanía, de barrios deprimidos o marginales, de albergues para indegentes, mendigos, etc. ¿Quién los iba a reclamar?

   Ustedes pensarán que esto es mortal de necesidad, pero todavía no hemos llegado a la mejor parte del asunto. Esta pobre gente, enferma muchos de ellos, con problemas de salud graves, no ya por el trato inhumano que le dieron, que también, sino porque ya los tenían también antes, quieren volver allí a trabajar, vuelven voluntariamente a lo mismo, a que les exploten, les peguen y los traten como esclavos. Es una esclavitud voluntaria y consentida en pleno siglo XXI y en España.

   No sé qué piensan ustedes de esta noticia. Seguro que algunos dirán que si vuelven es porque no les iba tan mal. Otros tratarán de estudiar este tema desde la psicología humana, para ver por qué estas personas dependen de quien les ha inflingido tan mala vida. Pero yo me pregunto: ¿A dónde pueden ir estas personas? ¿Hay algún sitio a dónde se puedan dirigir? Me pregunto si no será que vuelven, porque no tienen a dónde ir, y eso me da pena, no por ellos, sino por nosotros, porque si éste es el Estado Social y Democrático de Derecho al que aspirábamos, francamente me da lástima.

   Parece que con ponerle un plato de comida a un indigente, a un drogadicto que anda tirado por las calles, a un mendigo que, tal vez, su único problema sea que tiene una enfermedad mental y ninguna familia para echarle un cable, es suficiente. Pero a mí no me lo parece y creo que aquí nos estamos equivocando. No sólo de pan vive el hombre y qué gran verdad es esa.

   En Navarra, en el País Vasco, en La Rioja, en Cataluña y en Castilla y León es un comentario a gritos: !Los esclavos volverán! ¿Quién se lo va a impedir? Son ciudadanos de la Unión Europea, portugueses, que pueden desplazarse libremente por territorio español. Al fin y al cabo, según parece, ningún empresario ha pisado todavía la cárcel por estos hechos, pues los trabajadores desaparecen antes de acudir al juicio y de ellos nunca más se supo. De hecho, que se sepa, no hay nadie en prisión y nadie parece ser responsable de nada.

   Espero que las autoridades competentes consigan erradicar estas formas de vida de nuestro paisaje nacional, porque este suceso me parece una vergüenza.

0 comentarios