Blogia
maicavasco

Detenciones y multas con humor

Artículo publicado en el diario El Pueblo de Albacete - 23 Mayo 2007 - María del Carmen Vasco Mogorrón

   Lo normal, cuando abrimos las páginas de un periódico, y nos fijamos en alguna noticia sobre una detención o una multa, es dar con casos del tipo de algún ciudadano que ha matado a alguien, le han pillado atracando un establecimiento a mano armada o traficando con drogas. Es decir, esperamos que lo normal, cuando se detiene a alguien, sea por alguna causa realmente justificada. Lo mismo podría decirse en torno a las multas, sobre todo si ascienden a cierta cantidad.

   Pero no. Ahora lo que se lleva es detener y multar por tonterías, y no sólo en España, sino que debe ser una epidemia a nivel mundial. Y si bien parece que nuestros agentes deberían de preocuparse de capturar y detener a personas que pudieran tener un historial delictivo más que peligroso, o a aquéllos ciudadanos que estén cometiendo delitos de cierta envergadura, como robos, homicidios, violaciones, secuestros y un largo etcétera, parece que están más concentrados en detener y multar a ciudadanos por llanas y absolutas simplezas.

   La razón no sería otra, según las úlltimas informaciones, que a los agentes, a nivel mundial, se les podría estar poniendo unos objetivos a cumplir, que podría estar provocando que en vez de dedicar el tiempo a evitar los delitos realmente importantes, se tuvieran que concentrar en nimiedades, para poder cumplir con las estadísticas marcadas.

   Así, por ejemplo, en Gran Bretaña este asunto está de aplastante actualidad, donde la Policía británica ha reconocido expresamente que practica arrestos ridículos para cumplir los objetivos que le habría marcado el Gobierno. De este modo, pese a que en este país se podría estar sufriendo la ola más intensa de asesinatos de su historia, los cuerpos de seguridad estarían muy atareados en otros casos más urgentes de los que preocuparse, como arrestar a chavales que están jugando con unas pistolas de plástico o parejas que discuten por las calles.

   La Federación de Policía no escatima en reconocer este atropello a la libertad ciudadana, y explica que, para cumplir con los objetivos impuestos, han de practicar arrestos surrealistas, pues lo que importa ya no es reprimir la delincuencia, sino cumplir con las estadísticas.

   En consecuencia, se han producido casos muy llamativos que pueden provocar al lector auténticos ataques de risa. Por ejemplo, se procedió a detener a un joven por arrojar una rodaja de pepino de su bocadillo a un vecino. Otro ciudadano habría sido amonestado por llevar consigo un huevo con la intención de arrojarlo. Una mujer fue arrestada el día de su boda por llevarse por delante la barrera de salida de un aparcamiento, después de que se le escurrió el zapato del acelerador. Otro habría sido amonestado por tirarle un vaso de agua a su novia en el curso de una discusión de pareja. El objetivo no es otro que hinchar los resultados y cumplir con las expectativas marcadas.

   Sin embargo, la cosa es grave. Y es que no sólo se está criminalizando y alienando a ciudadanos medios, que son los que suelen cumplir la ley con más escrupulosidad, sino también se estaría haciendo una injerencia en el ámbito o círculo de libertades de la ciudadanía más que peligrosa en países que se rigen por un régimen democrático.

   En España contamos con casos parecidos y no sólo a nivel de detenciones, sino también a nivel de multas ridículas y desproporcionadas. Así, un joven en Málaga habría sido multado con la friolera de cien euros por tirar las cáscaras de las pipas que comía al suelo. Otra multa original es la que han puesto a un ciudadano, ascendente a la escalofriante suma de mil doscientos setenta y siete euros por no censar a su perro, que era un cruce de pastor alemán. Otro ciudadano se habría visto multado con quinientos cincuenta y dos euros y nueve puntos menos en el carné de conducir, por circular en bicicleta por la acera y con auriculares. En el último tiempo he conocido también casos de personas que parece se han visto multadas o detenidas por cantar por la calle o caminar a sus domicilios ebrios.

   Si quieren que les cuente un caso realmente surrealista, el que ha ocurrido en Pittsburg. Un joven estudiante llamó a un organismo público oficial para pedir una información. Al cabo de unas horas irrumpió en su domicilio un escuadrón de policías y, así sin más, se ve preso preventivo. La razón había sido un aviso de bomba que se había hecho por teléfono a la misma hora. Cuál no fue la sorpresa de las autoridades, cuando se dieron cuenta que ese mismo día se había cambiado la hora y que los aparatos de registro habían anotado las llamadas con una hora de retraso. El resultado es un pobre ciudadano muerto de asombro en prisión y un bromista en algún lugar del globo destornillándose de la risa.

0 comentarios