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El orgullo gay y la justicia

Artículo publicado en el diario El Pueblo de Albacete - 4 julio 2007 - María del Carmen Vasco Mogorrón

   Si son ustedes de los ciudadanos afortunados que se van a pasar unos cuantos días tirados a la bartola, en una playa, en la montaña o en algún lugar apartado del mundanal ruido, quieren echarse un libro en la maleta, por si alguna vez les diera por leer y no saben exactamente por cuál decidirse, yo les recomendaría que leyeran, si los temas justicieros son de los suyos, el de Antología del Disparate Judicial que escribió ya hace algún tiempo Quico Tomás - Valiente y Paco Pardo.

   Versa sobre los casos y las sentencias más disparatadas que se han podido leer en este país y les puedo asegurar que no pararán de reír, las distancias cortas con la familia se le habrán llevaderas e, incluso, si es usted de los taitantos españoles que vienen de las vacaciones con la firme intención de divorciarse, les puedo asegurar que harán lo posible y lo imposible para que su divorcio sea amistoso, con tal de no caer en manos de la justicia.

   Por supuesto me estaba expresando en un tono irónico, ya que todos sabemos que la Administración de Justicia marcha muy bien y que todo esto son casos aislados. De ahí que valga la pena recopilarlos.

   Pero sí me ha dado esta semana la tentación de escribirles a los autores de tal obre magistral una carta, y hasta pudiera ser que lo haga, suplicándoles que nos sorprendan con la segunda parte de su obra, puesto que ha llovido mucho desde entonces y, francamente, desde aquella célebre fecha de su edición han caído otras muchas sentencias y han aparecido en escena otros muchos casos que, por su brillantez, valdría la pena comentar y hasta sacarles punta.

   Sin más preámbulos, esta semana, que tendría que haber sido la del orgullo gay, y no la del linchamiento, los españoles nos hemos podido hacer eco de una sentencia que ha dictado un Juez de Familia de Murcia, cuyo nombre empieza a ser algo más que conocido, por la trayectoria, o, mejor dicho, escabechina, que lleva a sus espaldas; y es que, al parecer, no le gusta nada el top less, que los gays adopten y lee por las noches La Biblia y El Camino, no el de Delibes, sino el de un tal José María Escrivá de Balaguer. Y no es que me parezcan criticables los gustos literarios de este ilustre magistrado, si no fuera porque parece aplicarlos en sus sentencias, en lugar del Código Civil y otras leyes, que hubiera sido lo de esperar.

   Y es que este pobre juez se ha debido de escandalizar de nuevo con el caso de Candela, un bebé de 15 meses, nacida por inseminación artifical en el seno de una pareja de dos mujeres pertenecientes al mismo sexo, siendo el deseo de la madre no biológica adoptar también a la pequeña, para que ésta pueda ser hija de ambas. Entienda esta vez que no le cabe en la cabeza en base a qué existe una norma que equipara los matrimonios heterosexuales con los homosexuales en materia de adopciones, entre otras, escribe en su sentencia la palabra matrimonio y cónyuge con cursiva, para referirse a esta pareja de mujeres y no se ha quedado en las primeras matas, cuando ha designado a la Dirección General de Familia de Murcia como defensora judicial de la menor, porque entiende que la madre biológica en este procedimiento de adopción es parte interesada, no vela por los derechos de su hija y exige que todos los psicólogos de la entidad opinen sobre la conveniencia de que la pequeña tenga dos madres, y no un padre y una madre, como Dios manda, e incluso, para el caso de que no le respondan, les amenaza y les conmina con llamarlos a declarar.

   Añade, además, que si el matrimonio fuera heterosexual, nombrar a un defensor judicial sería algo insólito, que el menor tiene un derecho a pertenecer a una familia normal, compuesta, evidentemente, por personas de distinto sexo, que por esta razón se complementarían y, además, un niño que creciera en el seno de una familia homosexual padecería un grave riesgo de serlo él también de maor, pues tendería a imitar el patrón que ha vivido en su propia casa durante los años más fundamentales de su vida.

   Válgame, pensarán ustedes. Pero esto es sólo la última puntillada de la trayectoria de un mismo ser, que arrestó hace algunos años a dos personaes por hacer top less o practicar el nudismo, pese a estar permitido, dado que a su entender se le estaba faltando el respeto, o resolvió hace tan sólo unos meses a favor de una familia que acogió a una niña, caso Saltana, procedente de un campamento de refugiados de Tinduf en el Sáhara, para que pasara el verano en España, y luego se negó a devolverla, porque consideraba que padecía un problema hepático, a lo que agregaron después que estaba plenamente integrada en la familia española y que en Tinduf la trataban como a una esclava, quedándosele a la madre biológicoa cara de frikie en todo este asunto, que, por no llamarlo secuestro, lo dejaremos en adopción por las bravas.

   Pero qué razón tenía Montesquieu, cuando dijo que los jueces deberían limitarse a ser la boca que pronuncia las palabras de la ley.

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